miércoles, 10 de junio de 2015

Desorden.

Me atrevería a decir que mi vida está mas desordenada que mi habitación, la cual lleva sin ser recogida meses. En el suelo de mi vida hay unos cuantos calcetines rotos y desparejos, se sienten tristes y solos y no saben por qué, aun sabiendo que sus respectivos están al otro lado de la habitación riendo y charlando sin pensar en ellos. También hay alguna camiseta arrugada de fiesta del sábado anterior, con manchas de alcohol desesperado extendido en la tela para intentar borrar los fallos de toda una semana de largas horas. Hay zapatos embarrados y desgastados de tanto caminar sin rumbo, y con los cordones aun atados perfectamente que dicen que fue la pereza quien no los desató. Hay pantalones dados la vuelta y desparramados que gritan que quieren recorrer toda una ciudad de noche y ser libres, sin cinturones apretados hasta el ultimo botón que los opriman. Hay camisetas XXL tendidas en la cama con restos de comida que quieren perderse y no tener que dar explicaciones a nadie, solo huir a un lugar desconocido en el que jamás sean juzgadas por su apariencia. Hay pantalones de deporte que saludan colgados desde el respaldo de mi vieja silla y susurran que quieren salir de madrugada y correr hasta romperse y deshilacharse para acabar tan agotados que lo único que hagan sea tumbarse en la arena de una playa y ver el amanecer. Hay toallas de ducha que añoran el jabón y el calor de aquellos brazos que las rodeaban y no importaba nada mas. Hay bañadores, que esperan a ser vestidos otra vez para darse lagos baños en un océano que nunca acaba. En el suelo de mi vida hay todo tipo de prendas desgastadas que esperan a ser recogidas por alguien con ganas de ordenar errores, desganas y fracasos, porque ellas no son lo suficientemente fuertes para hacerlo por si mismas.

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