jueves, 7 de agosto de 2014

Sentía las paginas.

El sol se ponía, y aprovechaba los ultimos rayos que brindaba sobre su campo de trigo para leer las paginas de un libro. El aire tenia un tono dorado, al igual que sus cabellos, que brillaban con la ultima luz del dia. Sumergida en su lectura escuchaba a los pajaros piar, mientras una leve brisa acariciaba las hojas de papel, el las que habia impresas un mundo diferente al que ella solia frecuentar, el mundo en el que podia olvidarse de sus problemas y leer historias que la hacian sentir alguien totalmente distinto, alguien capaz de todo. Con cada libro sentia algo diferente, y su perspectiva de ver la vida cambiaba, era como si los libros la hiciesen crear otra persona distinta dentro de si misma, y cuantos más libros leía, mas personas era a la vez. Sentia las paginas, pero no solo sentia las palabras, sentia el tacto rugoso pero a la vez suabe de las hojas, su olor inconfundible, el color desgastado de aquellos trozos de vida. Respiraba historias fantasticas, de amor, de accion, de misterio, de terror...
Soñaba con tener una vida asi, pero lo que ella realmente queria no era que hubiese un libro sobre su vida, si no que su vida fuese un libro. Y entre tantos pensamientos el sol se escondió entre los granos de trigo apilados en una montaña, y se lebantó, se sacudió la tierra de los pantalones, cerró aquel portal a otro mundo, lo guardó en su mochila, se montó en su vieja bici verde, y se perdió entre las calles del mundo real.

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