El invierno se acercaba, y con él el frio. Y las esperanzas de verano, hacia tiempo que se habian esfumado, se habian disipado como humo en una calle desierta. Ya no se oia nada, ya no se oian gritos de felicidad, no se oian porque ya no existian.
Solo resonaban pasos en el silencio, pasos con prisa y con el fin de llegar a un destino, y no para disfrutar del camino. Y las sonrisas pasaban a ser solo una suma de labios morados y dentaduras tiritando de frio.
El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Tiritando.
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