viernes, 6 de junio de 2014

Acércate y serás feliz.

Le conocí en un bar de copas y su boca me incitaba al suicidio, era como si de esos labios brotaran hondas perversas llenas de maldad, implantando en mi mente la idea de quererle. Empecé a sentir un magnetismo intermitente, pero fuerte como una patada en el alma. De sus ojos salía un "acércate y serás feliz" que inevitablemente quise probar, y mientras me acercaba poco a poco mi corazón palpitaba a un ritmo frenético e imparable. Susurome dulcemente al oído: "La historia jamás escrita puede inventarse esta noche, de ti depende darle vida." Y con los mismos aires desapareció en la sombra del bar. Y yo borracha de pensamientos le seguí como una idiota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario